

Ese crecimiento significaría una inyección extra de U$S 28.800 millones al país entre las campañas 2025/26 y 2034/35. ¿Cómo se logra? Básicamente, con más producción y mejores precios para los productores.
Actualmente, se estima una producción de 172,3 millones de toneladas para dentro de 10 años, frente a las 159,3 millones actuales. Este salto llevaría el valor total de la producción a unos U$S 50.100 millones, según los cálculos realizados con el modelo AGMEMOD, que permite anticipar cómo impactan distintas medidas económicas en el sector agropecuario.
La clave de este escenario optimista está en que los productores recibirían un mejor precio por lo que venden, especialmente si no hay retenciones ni brecha cambiaria. En el caso de la soja, por ejemplo, los ingresos por dólar podrían ser los más altos desde 2012, similares a los años 2016-2018.
Además, este crecimiento no solo impactaría en el campo. También generaría más trabajo y movimiento económico en sectores como transporte, venta de insumos, servicios financieros, almacenamiento y logística, entre otros.
Por otro lado, se espera que las exportaciones de granos y derivados también suban. La proyección indica que, en la campaña 2034/35, se podrían exportar 115,7 millones de toneladas, unas 10 millones más que en el escenario actual.
En resumen, si se mantienen las condiciones favorables, el agro no solo produciría más, sino que también podría empujar a toda la economía con un fuerte aporte de divisas y actividad.