miércoles 18 de junio de 2025 - Edición Nº6670

Ganadería | 17 jun 2025

Carne de cerdo: importaciones, una receta cara y sin resultados

Pese a las importaciones de más de 24.000 toneladas, el precio de la carne de cerdo al consumidor aumentó por encima de la inflación y los salarios.


En un contexto económico caracterizado por la búsqueda desesperada de dólares y la necesidad de contener los precios al consumidor, las importaciones de carne de cerdo se implementaron como una medida para equilibrar la oferta y combatir la inflación en góndola. Sin embargo, el especialista Juan Luis Uccelli, titular de la Consultora JLU y referente del sector porcino, expone con claridad en su reciente informe que esta estrategia no solo fracasó, sino que además resultó perjudicial para la producción nacional.

Según los datos presentados, en los primeros cinco meses de 2025 se importaron 24.303 toneladas de carne de cerdo, cifra que supera ampliamente las 3.939 toneladas ingresadas en igual período del año anterior. Lo más alarmante es que en apenas cinco meses ya se superó el total de importaciones del año 2024, que había alcanzado las 19.351 toneladas. Esta explosión en las compras al exterior representa no solo un fuerte golpe a la balanza comercial, sino también una presión directa sobre los productores locales, quienes debieron competir con carne extranjera, muchas veces subsidiada y a precios que no reflejan los costos reales del mercado argentino.

El objetivo oficial de fomentar las importaciones, según lo manifestado por el Gobierno, es disminuir el precio que pagan los consumidores en el mostrador. No obstante, los números contradicen esta intención: el precio de la carne de cerdo al público aumentó un 25,2% en el mismo período, por encima de la inflación y, más preocupante aún, por encima del aumento de los salarios. Esto no solo pone en duda la efectividad de la medida, sino que también plantea interrogantes sobre el impacto real en el bolsillo de los consumidores.

 

Un dato que sobresale en el análisis es que el precio de la carne importada subió un 19,8%, posicionándose como el segundo aumento más alto en el rubro. Lejos de contribuir a una baja de precios, la carne traída del exterior parece haber presionado el mercado interno al alza. Esta contradicción evidencia un problema estructural: no se trata solo de cantidad de oferta, sino de cómo se estructura la cadena de valor.

Al desglosar los componentes del precio, Uccelli muestra que ni la faena ni el desposte fueron responsables del incremento. La media res, por ejemplo, apenas subió un 3,7%, y el capón —el cerdo vivo que venden los productores— solo un 4,1% en esos cinco meses. En cambio, los costos de producción para los criadores crecieron un 12,7%, en línea con la inflación, lo que obligó a los productores a absorber la diferencia y resignar rentabilidad.

Este sacrificio por parte de los criadores no se tradujo en un beneficio para los consumidores, lo que lleva a una pregunta clave: ¿Quién se quedó con la diferencia? Uccelli no duda en apuntar al último eslabón de la cadena: la comercialización. A su entender, la distribución y venta al público habría absorbido la mayor parte del margen generado por la diferencia entre precios estables al productor y precios crecientes al consumidor. “Algunos justifican que el aumento de la carne vacuna y la disminución en su consumo ‘obligó’ a agregarle mayor margen a la carne de cerdo”, señala, calificando este traslado de utilidades como “totalmente injusto”.

Crece la faena de cerdos

A esta problemática se suma un dato estructural que también preocupa: la faena de cerdos aumentó un 1,5% en el período analizado, lo que implica una mayor oferta local. Sin embargo, lejos de beneficiarse con esta mayor producción, el sector debió enfrentar la competencia de más de 24 mil toneladas importadas. En otras palabras, la producción nacional terminó pagando las consecuencias de una política que pretendía estabilizar precios pero que, en la práctica, perjudicó a quienes generan empleo, invierten y producen en el país.

El informe concluye con un dato tan simbólico como revelador: para importar carne de cerdo en estos cinco meses, Argentina desembolsó más de 75 millones de dólares. Un dispendio difícil de justificar en un país que busca divisas por todos los medios, incluso “debajo del colchón”.

La experiencia reciente en materia de importaciones de carne porcina deja lecciones que el Gobierno no debería ignorar. En lugar de apostar por soluciones inmediatas y externas, el verdadero desafío es fortalecer la producción local, garantizar márgenes justos en toda la cadena y diseñar políticas que equilibren precios sin destruir el entramado productivo nacional.

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