

Cada 1º de mayo, la Argentina celebra el Día del Trabajador, una fecha que honra las luchas obreras y reconoce la labor cotidiana de millones de personas que, con esfuerzo y compromiso, sostienen el país.
En las ciudades, las fábricas apagan sus máquinas por un día, las oficinas cierran sus puertas y muchos trabajadores disfrutan merecidamente del descanso. Pero en el campo, la realidad es distinta. Allí, el ritmo de la naturaleza no entiende de feriados. Las vacas no esperan, las cosechas no se frenan, y el trabajo sigue, como todos los días.
En los campos de La Pampa, como en tantas otras regiones del país, hombres y mujeres arrancan la jornada al amanecer. En silencio, con mate en mano y las botas puestas, hacen lo que saben hacer: trabajar. Ya sea arriando ganado, ordeñando, sembrando o controlando una tormenta que se avecina, el campo no para, ni siquiera el 1º de mayo.
Ese esfuerzo silencioso merece ser destacado. Porque mientras muchos celebran, el trabajador rural honra su día trabajando. No por falta de derechos, sino por compromiso con una tarea que no admite pausas. En cada zanja, cada corral y cada hectárea sembrada, hay una historia de constancia y dignidad.
Este Día del Trabajador, recordemos y reconozcamos a todos: a los que descansan por derecho ganado y también a quienes, como en el campo argentino, siguen adelante porque la tierra y los animales no conocen feriados.
AIRE DE CAMPO