domingo 08 de junio de 2025 - Edición Nº6660

Noticias del Agro | 20 nov 2024

VIVIR O NO VIVIR EN EL CAMPO?

Editorial de Ruben Berman(Director de Aire de campo Argentina).


 La decisión de vivir o no en el campo no es solo una cuestión de comodidad, sino también de seguridad, rentabilidad y calidad de vida. Cada opción tiene sus ventajas y desventajas, y lo que sea mejor depende de las circunstancias de cada propietario.

Una de las principales ventajas de vivir en el campo es la conexión directa con la tierra y la naturaleza. Para muchos, esta es una forma de vida más tranquila, lejos del bullicio de las ciudades, donde se puede disfrutar de un entorno más saludable y relajado. Además, quienes viven en el campo pueden supervisar directamente sus actividades agrícolas o ganaderas, asegurando que se tomen las decisiones correctas en el momento adecuado. Esto también puede traducirse en una mayor eficiencia en la producción y el cuidado de los animales.

Por otro lado, vivir en el campo también permite aprovechar mejor el tiempo y los recursos. Si el propietario tiene una producción agrícola o ganadera, estar en el lugar facilita el monitoreo constante de los cultivos o el ganado. Además, tener presencia física puede ayudar a reducir el riesgo de robo, un problema que, aunque se da en mayor medida en las zonas rurales, se puede mitigar con vigilancia directa.

Sin embargo, vivir en el campo también tiene sus desventajas. En primer lugar, la distancia de los centros urbanos puede significar que los servicios básicos, como la atención médica, la educación y el acceso a mercados de consumo, sean limitados. Las carreteras a menudo no están en las mejores condiciones, y el acceso a internet y la conectividad suelen ser más complicados, lo que puede generar incomodidad, sobre todo en tiempos de digitalización.

Además, vivir en un campo aislado puede llevar a la soledad. La falta de interacción social y de actividades recreativas, como las que se encuentran fácilmente en las ciudades, puede resultar difícil para algunas personas, especialmente aquellas que no están acostumbradas al aislamiento rural. 

Por otro lado, no vivir en el campo permite al propietario disfrutar de los beneficios de la vida urbana, como el acceso a servicios de calidad, una vida social activa y mayores oportunidades de trabajo fuera del campo. De este modo, puede alquilar o contratar a alguien para que administre el terreno, mientras se concentra en otros aspectos de su vida o negocio.

El propietario que no vive en su campo tiene la ventaja de poder diversificar sus fuentes de ingresos, trabajando en la ciudad o realizando actividades fuera del ámbito rural. También puede delegar las tareas más complejas de la producción y contratación de personal, lo que puede reducir la carga de trabajo personal.

El principal inconveniente de no vivir en el campo es la falta de supervisión directa. Esto puede generar problemas de gestión, especialmente si el campo no se encuentra bien administrado o si se producen robos o daños que no se detectan a tiempo. El propietario podría perder oportunidades de negocio al no estar al tanto de las condiciones de sus cultivos o animales.

Además, el propietario que no vive en el campo puede enfrentar dificultades para resolver situaciones inesperadas, como un brote de enfermedades en los cultivos o el ganado, o problemas con la maquinaria. La falta de una presencia constante puede hacer que estas situaciones se agraven rápidamente.

La decisión de vivir o no en el campo depende de muchos factores. Para aquellos que buscan un estilo de vida más conectado con la naturaleza y dispuestos a gestionar directamente sus tierras, vivir en el campo puede ser una excelente opción. Sin embargo, quienes prefieren la comodidad de la ciudad y pueden delegar la administración de su campo en otras manos pueden encontrar en no vivir en el campo una alternativa más práctica.

En última instancia, cada propietario debe considerar sus necesidades personales, la extensión de su propiedad, sus recursos y su disposición para afrontar los desafíos de la vida rural. Lo importante es que, sin importar la opción elegida, tanto vivir como no vivir en el campo pueden ser igualmente satisfactorias si se toman decisiones informadas y con una buena planificación.

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